Dos Vistas de la Tierra

23 de julio de 2013

23 de julio de 2013: Dos Vistas de la Tierra

En una primera imagen interplanetaria cruzada del Sistema Solar, nuestra Tierra fue fotografiada en el mismo día tanto desde Mercurio como desde Saturno.

En la foto de la izquierda, la Tierra es el punto azul pálido justo debajo de los anillos de Saturno, tal y como fue capturado por la nave espacial robótica Cassini actualmente orbitando el gigante gaseoso.

La imagen de la derecha muestra el sistema Tierra-Luna contra un fondo oscuro, capturado por la nave espacial robótica MESSENGER actualmente en órbita alrededor Mercurio. En esta imagen desde la MESSENGER, la Tierra (izquierda) y la Luna (derecha) brillan con la luz solar reflejada.

La MESSENGER tomó la imagen sobreexpuesta el pasado viernes como parte de una búsqueda de pequeños satélites naturales del planeta más interior, satélites que se espera que sean bastante tenues.

Durante este mismo día, los seres humanos a través del planeta Tierra capturaron muchas imágenes propias de Saturno.

Clic aquí para ver la imagen de hoy en mayor resolución.
Crédito para la imagen: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute &
NASA/JHU Applied Physics Lab/Carnegie Inst. Washington.
Traducción: www.astronomia-iniciacion.com.
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Mañana: Un Año en un Día

Un Punto Pálido Azul

Esta es la famosa imagen «Pale Blue Dot» (Un Punto Azul Pálido). Puede observarse la Tierra como un punto de luz situado en la parte central de la imagen. La fotografía fue tomada por la sonda espacial Voyager 1 a una distancia de seis mil millones de kilómetros de la Tierra el 14 de febrero de 1990.

Carl Sagan tituló una de sus obras Un punto azul pálido inspirándose en esta fotografía.

En este libro, el gran Carl Sagan comparte con nosotros sus pensamientos en un sentido más profundo de la fotografía:

Desde este punto de vista lejano, la Tierra puede no parecer de cualquier interés particular. Pero, para nosotros, es diferente.

Consideremos de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y cada recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada «superestrella», cada «líder supremo», cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestros posicionamientos, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos solo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y yo añadiría que formadora del carácter. En mi opinión, no hay quizá mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido.

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