Galileo Galilei

Galileo Galilei

“Tú has fijado la Tierra firme e inmóvil” (Salmo 93:1)
“Y se detuvo el Sol y se paró la Luna” (Josué 10:13)

El 15 de febrero de 1564 en plena Italia del Renacimiento, 20 años después de la publicación del libro De Revolutionibus de Nicolás Copernico, nace en Pisa, una pequeña ciudad del Gran Ducado de Toscana, Galileo Galilei. De su madre, Giulia Ammannati di Pescia, se conoce muy poco y sólo por lo conservado en algunas cartas. Su padre Vincenzo Galilei, era matemático y músico. Su familia pertenecía a la baja nobleza y se ganaba la vida con el comercio. De él Galileo heredó el ingenio y la capacidad para el diálogo.

Galileo estudia con los monjes de Vallombroso, donde recibe formación religiosa, pero su padre, aprovechándose de una enfermedad en los ojos de su hijo, se lo lleva a Florencia en 1579 y dos años más tarde, lo inscribe en la Universidad de Pisa, donde comenzará sus estudios de medicina. Atraído más por las obras de los clásicos, como Euclides y Arquímedes, y la construcción de pequeños aparatos, cambia los estudios de medicina por la filosofía y las matemáticas, abandonando la universidad en 1585 sin haber obtenido el título en medicina y sí la enemistad de algunos filósofos escolásticos.

Galileo Galilei de joven

A los 25 años trabaja como profesor de matemáticas, poesía y astronomía en Pisa. Su bajo sueldo y sus primeras disputas con los aristotélicos, motivaron que en 1592 no le renovaran su contrato. Ese mismo año consigue un nombramiento en la cátedra de Matemáticas en la Universidad de Padua, en la República libre de Venecia, puesto al que también aspiraba Giordano Bruno que fue encarcelado en esas fechas y quemado vivo ocho años más tarde. Venecia no estaba gobernada por una sociedad feudal sino mercantil y abierta a los cambios. Esto la convertía en un lugar excelente para los librepensadores como Galileo, que permaneció en Padua durante dieciocho años.

Tras la muerte de su padre Vincenzo en 1591, los problemas económicos se agravan al tener que hacerse cargo de las dotes de sus hermanas que ascienden a 3.000 coronas, equivalentes a varios años de su trabajo, y a enviarle dinero a su hermano Michelangelo, un joven músico ambulante y despilfarrador. Para conseguir más ingresos recurre a dar clases privadas en su casa y, al igual que hiciera Kepler, a elaborar horóscopos.

En 1597, se declara copernicano como lo demuestra una de las cartas enviadas a Kepler.

En 1599 conoce a una joven veneciana, Marina Gamba, con la que mantendrá una relación hasta 1610 y con la que tendrá tres hijos, dos niñas, Virginia y Livia, y un niño, Vincenzo.

No es hasta 1604 con la aparición de una estrella “nova” cuando comienza su interés por la astronomía.

La vida de Galileo cambia en 1609 al recibir una carta de París de un antiguo alumno, que le confirma el rumor que circulaba de que en Holanda se fabricaban unos aparatos que con un juego de lentes acercaban los objetos. Con esta simple descripción y a pesar de los pocos conocimientos que sobre óptica había adquirido, construye su primer anteojo astronómico que, a diferencia del holandés, no deforma la imagen y es más potente aumentando seis veces los objetos enfocados. El término “telescopio” fue sugerido por el filólogo Demisani durante una cena organizada por Federico Cesi, fundador de la Accademia dei Lincei, que posteriormente admitiría a Galileo como miembro distinguido.

Galileo Galilei enseñando su telescopio a Leonardo Donato

En agosto de 1609 organiza una demostración de su nuevo instrumento para exponer a los ricos mercaderes venecianos que vivían del comercio marítimo, de las ventajas económicas de dicho aparato. La demostración deja tan asombradas a las autoridades venecianas que le conceden un nombramiento vitalicio en Padua y duplicaron su salario.

Galileo no fue el inventor del anteojo, este hecho se le atribuye a Hans Lippershey, un fabricante de lentes holandés, en 1608, pero sí fue el primero en ver la gran utilidad que tenía aquel aparato. Enfocó su telescopio hacia el cielo y comenzó a observar la Luna. Lo que vio en la superficie lunar, llena de cráteres y montañas estaba en oposición a lo afirmado en las tesis aristotélicas que promulgaban la perfección del mundo celeste, y exigían la completa esfericidad de los astros.

Dibujos de las fases de la Luna

Durante los meses siguientes fabrica nuevos y mejores aparatos y realiza cientos de observaciones con las que descubre la naturaleza de nuestra Galaxia, “la Vía Láctea no es más que un conglomerado de innumerables estrellas reunidas en montón”, desvela que las estrellas que los astrónomos denominan “nebulosas” no son más que cientos de estrellas agrupadas en cúmulos y cuenta las estrellas visibles en dos de ellas, el cinturón de Orión y el Pesebre.

En los primeros días de enero de 1610, dirigiendo su telescopio hacia Júpiter observa cuatro estrellas que parecen girar alrededor del planeta. Tras sucesivos días de observación llegó a la conclusión de que Júpiter y sus lunas, el término satélite fue acuñado posteriormente por Kepler, constituían un pequeño sistema solar en miniatura. Galileo pretende llamar estos cuatro satélites como “astros cósmicos” en honor de Cosme II de Médicis, pero al final se los bautizará como “astros mediciens”.

El estudio de Venus y sus fases similares a las de nuestra Luna, demostraban que dicho planeta giraba alrededor del Sol y no de la Tierra. Además, la multitud de estrellas antes invisibles a los ojos, demostraban que no se encontraban en la esfera estelar aristotélica sino difuminada por el universo. Estudia igualmente las manchas solares, afirmando que se encontraban girando en la superficie solar. Esto le lleva a emprender una discusión con el jesuita Cristóbal Scheiner en 1612 que afirma que las manchas solares son en realidad estrellas entre el Sol y la Tierra.

Los límites de la capacidad de observación de Galileo parecen no tener fin y comienza a estudiar Saturno. En una de las cartas enviadas a Kepler le remite el siguiente mensaje cifrado: “Smaismrmilmepoetaleumibunenugttaurias” que es descifrado por Kepler como: “altissimum planetam tergeminum observavi” (“observé que el planeta más alto era triple”), pero las limitaciones de su telescopio no le permiten descifrar su naturaleza. Cincuenta años después Christiaan Huygens, utilizando instrumentos más potentes, desvelará la naturaleza de los anillos de Saturno.

Portada de su libro Sidereus Nuncius

Las explicaciones dadas por Galileo de todo lo anterior fueron publicadas el 4 de marzo de 1610, en su libro “Sidereus Nuncius”, que quiere decir “El mensajero de las estrellas”. Las ideas expresadas por Nicolás Copérnico en 1543, en las que el Sol era el centro del Universo y los planetas y sus satélites giraban a su alrededor (teoría heliocéntrica) rompían la hegemonía del sistema aristotélico y ptolemaico que imperaba desde el siglo II d. C. en la que una Tierra inmóvil era el centro del universo (teoría geocéntrica).

Durante los años siguientes Galileo prosigue sus observaciones y estudios y continúa defendiéndose de los ataques dirigidos por parte de la Iglesia, en especial por los jesuitas y los teólogos escolásticos. El resultado de esta disputa fue que el Papa remitió el asunto al Santo Oficio, que declaró la teoría de Copérnico contraria a las Santas Escrituras incluyendo su libro “De revolutionibus orbium caelestium” (Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes, 1543) en el Índice de libros prohibidos.

Portada de su libro Diálogo sobre los dos sistemas del mundo

En 1623 Maffeo Barberini, amigo de Galileo fue proclamado Papa con el nombre de Urbano VIII, y en una de sus audiencias le pide a Galileo que escriba un libro en el que explicara de manera imparcial las dos teorías enfrentadas, la aristotélica y la copernicana. En 1632, y aprobado por la censura, se publica el libro “Diálogo sobre los dos sistemas del mundo”. En este libro, Galileo no sólo insulta a los filósofos y astrónomos jesuitas del Colegio Romano, sino que también ridiculiza a sus amigos y defensores, incluido el propio Papa Urbano VIII.

Los enemigos de Galileo no tardarán en atacarle protestando por los argumentos expresados en dicho libro, que según ellos atentaban contra la Iglesia y las Santas Escrituras, además de haber desobedecido la sentencia de 1616 en la que se le prohibía defender y enseñar las ideas de Copérnico.

Estatua delante del Uffizi, Florencia

El Papa, encolerizado, ordena la apertura de una investigación en agosto de ese mismo año por la Santa Inquisición, que prohíbe la venta del libro de Galileo y le ordena que se presente ante el Santo Tribunal de Roma. Galileo alude estar enfermo para no asistir, pero ante la amenaza de cárcel acude a Roma.

Tumba de Galileo Galilei

A los setenta años es interrogado y amenazado con la tortura y, al comprender que no tiene otra salida, cede ante el Santo Tribunal y el 22 de junio de 1633, en el convento dominicano de Santa María sopra Minerva, Galileo es sentenciado a prisión de por vida. Por la mediación del Papa se le conmuta la condena por residencia de por vida.

Galileo permanece confinado en la residencia del Arzobispo de Siena y posteriormente será trasladado a su villa en Arcetri. Durante este periodo escribe los “Discursos sobre dos nuevas ciencias” en el que recoge todos sus apuntes sobre mecánica e inercia en los que había estudiado durante más de veinte años. Este, su último libro, será publicado por la editorial de Luis Elzevier, de Leiden, en 1636 y se convertirá en el libro de cabecera para los científicos y astrónomos de la generación venidera

como Isaac Newton, nacido el mismo año en que fallece Galileo.

Dos años más tarde, en 1638, Galileo se queda ciego y afirma “este universo que he extendido miles de veces… ahora se ha contraído a los estrechos límites de mi cuerpo”.

En la madrugada del 8 al 9 de enero de 1642, Galileo fallece en Arcetri acompañado de sus discípulos, Vincenzo Viviani y Evangelista Torricelli. Su cuerpo es inhumado en Florencia el 9 de enero y sus restos son trasladados a Florencia para ser enterrados en la iglesia de la Santa Croce. Sus restos descansan ahora en un mausoleo erigido en su honor el 13 de marzo de 1736 en la iglesia de la Santa Cruz de Florencia.

Juan Pablo II solicitó en 1979 una revisión del proceso contra Galileo y su condena eclesiástica, que concluyó en octubre de 1992 con un reconocimiento público del error cometido.

Interesante documental sobre la vida de Galileo Galilei

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